En muchos países, la COVID-19 dejó al descubierto la falta de un sistema de identidad digital que permitiera a los gobiernos una identificación confiable y remota durante el confinamiento. En plena pandemia, las restricciones de movilidad no solo pusieron a prueba el E-government. Una transformación digital deficiente, sumada al reducido porcentaje de ciudadanos y profesionales que están en posesión de una identidad digital segura y confiable, han avivado los efectos negativos del Coronavirus en el ámbito económico y social, incidiendo con virulencia en el sector empresarial y educativo.
En el artículo de esta semana, abordaremos las consecuencias sociales y económicas que ha provocado la falta de madurez digital, y el poder de la identidad digital para impulsar la economía y favorecer el desarrollo, abriendo nuevas oportunidades para la sociedad en su conjunto.
La pandemia mundial pone a prueba los sistemas de identidad digital
A comienzos de este año, las capacidades de los gobiernos de identificar de forma remota y confiable a la población, y el acceso a una identidad digital segura, no eran mayoritariamente consideradas una prioridad. Sin embargo, las medidas de distanciamiento social, sumado a que una gran parte de la ciudadanía solo podía identificarse presencialmente, pusieron a prueba el sistema de identificación digital de algunos países. Una de las principales consecuencias de esta inmadurez digital fue la problemática con la agilidad necesaria para la concesión gubernamental de ayudas financieras, así como otros tipos de asistencia, a los colectivos sociales y económicos más vulnerables.
Conocedores de la magnitud de los daños de este rezago, y comprometidos con minimizar el impacto, tanto gobiernos como instituciones públicas y privadas adoptaron una serie de medidas excepcionales para garantizar el acceso a la identidad digital, a la vez que establecer métodos seguros y ágiles de identificación por medios digitales.
En Perú, el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual ( Indecopi), decidió flexibilizar temporalmente los requisitos para aquellas personas que nunca tuvieron un certificado digital, autorizando directamente a las empresas acreditadas a que la verificación de la identidad de un solicitante de certificado digital pudiera llevarse a cabo mediante medios alternativos a la comparecencia física. Entre ellos, se encontraba la verificación a través de cualquiera de las plataformas que Internet ofrece para comunicaciones con cámara de video en tiempo real.
Las consecuencias de una identidad digital deficitaria
Durante el confinamiento, hemos sido testigos de cómo los países con una infraestructura digital más desarrollada están mejor preparados para enfrentarse a desafíos inmediatos. Sin embargo, en el lado opuesto, encontramos a aquellas naciones que con un bajo grado de digitalización, han tenido que acelerar su proceso de transformación digital en un intento de amortiguar los efectos de la pandemia. La respuesta mayoritaria de las organizaciones que aún no habían acometido un proyecto de digitalización fue inmediata. Se implementaron soluciones tecnológicas y se automatizaron procesos, pero en algunos casos, la falta de una estrategia, unida a la implantación de soluciones no adaptadas a las necesidades reales de cada colectivo, no ha logrado un uso eficiente de la tecnología y las personas.
Esta precipitación ha provocado que los resultados no hayan sido los esperados, incluso en algunos sectores los daños que se querían evitar se agravaron. En España, encontramos en esa parte del sector educativo digitalmente inmaduro un ejemplo de instituciones que, tras una implantación tecnológica no gestada, afectaron negativamente al alumnado. En consecuencia, algunas universidades vieron como su reputación se empañaba tras las denuncias públicas del profesorado y el alumnado, en respuesta al retraso en la entrega de las calificaciones. Soluciones tecnológicas no diseñadas para la comunidad universitaria, complejas y poco usables, fueron en algunos casos las causantes de este caos que evidenció las deficiencias tecnológicas de un sector tan importante en el desarrollo social.
Esta problemática no fue exclusiva de un país, ya que se ha observado una repetición del patrón en diferentes territorios. En Chile, una buena implementación y divulgación de un sistema de firma electrónica habría mitigado en parte los efectos de la Covid-19, como las largas colas y aglomeraciones que tuvieron que soportar los ciudadanos cesados de su cargo frente a las notarías para conseguir la firma de sus finiquitos laborales.
La identidad digital profesional, el impulso económico en el escenario post COVID
Las profundas consecuencias de la falta de madurez de la infraestructura digital no solo se han sentido en el plano social. En el ámbito empresarial, la falta de un sistema eficiente de emisión de identidades digitales ha significado, en muchos casos, retrasos en el desarrollo de la actividad productiva, traducido en pérdidas económicas y ajustes de plantilla para hacer frente a la situación.
Este impacto tan negativo no solo lo han sufrido las empresas afectadas, ya que, como agentes económicos que constituyen uno de los pilares fundamentales de la actividad económica, han repercutido negativamente en el comportamiento de la economía territorial. Ante este panorama, el uso de la identidad digital profesional no solo es una herramienta para combatir los efectos de la COVID-19, además es una ventaja competitiva en cualquier escenario.
Los expertos coinciden en que la pandemia ha disparado las cifras de uso de la identidad digital, incluso entre aquellos usuarios poco habituados a los canales online. Los datos lo corroboran, la gran mayoría de las empresas ya han comenzado la digitalización de sus procesos, y están dotando a sus trabajadores de su propia identidad digital profesional, siendo la firma digital su elemento principal y el núcleo del ecosistema digital profesional.
En un escenario tan incierto, escoger la solución tecnológica adecuada y adaptada es vital para las empresas. Es importante contar con el respaldo de un Prestador Cualificado de Servicios de Confianza, que ofrezca las máximas garantías legales sin tener que renunciar a la usabilidad y sencillez de las soluciones. Servicios como la emisión de certificados digitales de Uanataca simplifican la emisión y gestión de certificados digitales para los empleados, garantizando a las empresas la continuidad de sus relaciones contractuales en cualquier escenario.
Conclusión
Justo ahora es el momento en el que las empresas deben hacer balance y plantearse el futuro en un escenario post-COVID, no solo como una defensa a un desafío incierto, sino como una oportunidad para mejorar y fortalecerse.
Si la tecnología ha demostrado ser uno de los soportes vitales capaces de evitar el derrumbe de la estructura económica y social de un sistema globalizado, la identidad digital profesional ha destacado por ser parte importante en este logro.
Garantizar la continuidad de las relaciones contractuales de las empresas, y ser el soporte para instituciones tan fundamentales como es la educativa, serán algunas de las hazañas de la identidad digital que impulsarán la economía y el desarrollo de la sociedad.